Fabián es un muchacho de no más de veintitantos años, que lleva una vida entre los sabores y sinsabores del amor, tratando y en el intento de encontrar a la mujer de su vida, en su inexperiencia con las mujeres le toca pasar por muchas aventuras, algunas divertidas, unas trágicas y otras tristes, donde literalmente juegan al ping pong con su corazón. Una divertida novela juvenil, basada en las experiencias de Fabián, que también son las mismas que le suelen suceder a muchos jóvenes de su edad. La mayoría de ellas se encuentran tatuadas en este libro, en la que él nos cuenta su vida con ellas, con las mujeres que perdió por ser un mujeriego. A algunas de ellas, les escribe cartas creyendo poder recuperarlas de alguna forma, las mismas, que por supuesto, no tienen respuesta.

A ella no le gustan los chicos…como yo?



Me gustaba verla, observarla, contemplarla, admirarla o como sea, si me preguntan por su nombre? No lo sé. Pero eso era lo de menos, era una belleza de mujer de 1.70 cm. de estatura, cabellos castaños semi ondulado hasta los hombro, poseedora de un par de ojos pardos con una mirada que me estremecía todo el cuerpo cada vez que me la cruzaba, nariz perfecta y unos labios que moría por comérmelos a besos, piel canela bronceada por el abrasante sol de Iquitos, lindos pechos, nada de rollitos y un muy bonito trasero, así era ella, mi chica anónima, mi amor de nombre desconocido, mi ángel; solo sabía que era administradora de una empresa de repuestos para motos en el centro de la ciudad.

Me gustaba verla, observarla, contemplarla, admirarla y seguirla a bordo de mi moto cada vez que me cruzaba por la calle en su pequeña Chaly Honda de 50 cc de color azúl, como hipnotizado por su belleza iba tras ella por toda las calles de la ciudad, de vez en cuando se detenía para hacer alguna gestión de rutina ya sea en un banco o alguna empresa.


Uno de esos días mientras el sol golpeaba con todas sus fuerzas las pistas de asfalto de la ciudad, el calor ya no se podía aguantar estábamos por encima de los 33ºC, la gente buscaba por todos los medios refrescarse de alguna manera ya sea comiéndose un helado, bañándose completamente la cabeza con abundante agua fría o simplemente como yo tomándose una buena gaseosa bien heladita con mi amigo Jeanpierre, que gentilmente me estaba acompañando todo el día a realizar algunos pagos a mis proveedores, una vez terminadas las cuatro gaseosas, dos por cada uno, se apareció ella, mi amor sin nombre, ahí en aquella bodega frente a mi, la tenía face to face, cara a cara, era increíble; no es que sea un cursi o un tonto para decir estas cosas de ella, pero en realidad la veía tan fuera de mi, tan lejana e inalcanzable, no encontraba la forma en que esta belleza de mujer, este angelito se pudiera fijar en un ser poco agraciado, tan común y silvestre como el escritor de este humilde blog.

Pero retomando la escena en la bodega, contaba que la tenía frente a mi yo lleno de babas sin saber que hacer o decir en ese instante, era la oportunidad de mi vida y le comenté a Jeanpierre: “¿Viste a la flaca que entró, esta linda no?”, “¿Linda? Lindo estas tu huevón, esta flaca esta buenota” me respondió siendo siempre tan directo en su lenguaje jovial y bonachón.

Al instante comencé a crear las estrategias para buscar la forma de acercarme a ella y poder intercambiar palabra alguna, pero me moría de miedo, temía a ser rechazado, tal vez me pida otra gaseosa y me acercarme al mostrador al mismo tiempo que ella así por lo menos tendría una breve oportunidad para propiciar un diálogo “accidental” y así cuando vi que ella se acercaba a pedir su bebida yo también acudí, me puse a su costado, la rodeé y solo atiné a fingir indiferencia. (Qué estúpidos podemos ser a veces los hombres: vemos una chica que nos gusta, pero congelados por la timidez no nos atrevemos a dar ningún paso, y luego, cuando ya la proximidad se ha desvanecido, nos reprochamos y nos damos golpes de pecho por no haber tenido reflejos, coraje, ni decisión).

Por un momento sentí que mi chica anónima me miraba de reojo y me entusiasme mucho y estuve a punto de decirle algo, cualquier mediocre frase de abordaje, pero justo en ese segundo sonó el timbre de su celular y se puso a hablar por largo rato solo hasta que quedo menos de un tercio de gaseosa en su botella, colgó el maldito celular, pero no todo estaba perdido me dije esta es una nueva oportunidad tengo que aprovecharla, ¿pero como?.

Como si no me conociera Jeanpierre me animó para poder acercarme a su mesa como un bacán, presentarme y preguntarle su nombre, a los segundos de su propuesta la di por descartada, le dije: “Estas huevón, no quiero que piense que soy un presumido, gilerito de barrio, el papi ricky…no no no piensa en otra cosa”. Luego me presentó una segunda sugerencia, muy al estilo de las películas del cine: escribir una nota en una tarjeta personal mía y alcanzárselo a un niño que pasaba por ahí y que quería ganarse algún dinerito por el servicio. El plan no sonaba tan mal, pero en ese momento que cosa le podría escribir sin ser huachafo o cursi. No podía ser algo tan directo como: “hola soy fulanito, este es mi teléfono, llámame soy chico fácil”, pero tampoco algo tan declaradamente bestia como “te amo, casémonos mañana”. Al cabo de unos minutos también descarte ese camino, no quería forzar a mi inspiración como que tampoco quería sentir la decepción de ver rota mi tarjeta o dejaa en el bote de la basura ya sea desde lejos junto con el mensaje que tanto me había costado escribirle, de hecho quedaría hecho trizas.

Ante mis intensos y pocos disimulados miramientos Jeanpierre reforzó su estrategia, solo le bastaron 30 segundos de inspiración para levantarme el animo y me dijo: “¿Qué pasa si esa chica por cuestión del destino esta aquí para que tu la conocieras, aquí en una bodega en una tarde cualquiera?, ¿Por qué tu, que no sueles venir por aquí habías dado a parar por aquí?, ¿Si es así, cómo puedes dejar pasar delante de tus ojos, tan pasivo y idiotamente una ocasión de amor como esta?”.

Animado por las palabras de mi amigo, me paré dispuesto a ir, decirle mi nombre y pedirle educadamente su número de teléfono. Ese era mi destino, yo solo tenía que cumplirlo.

Como bien podrá suponer lector avispado, la chica anónima se paró antes de que yo llegara a su mesa y se largó sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo, castigando mi retardo con su desaparición.

El fin de semana ya sintiéndome mejor conmigo después de tan trágica tarde, acepte la invitación de unos amigos de salir a bailar y tomarnos unas chelas, después de ir a un club y tomarnos las respectivas aguitas, salimos a dar unas vueltas por la ciudad, en eso pasamos por una discoteca de ambiente llamada Adonis, era muy conocida en la zona, eran aproximadamente las 4 de la mañana y nos animamos a ingresar. Ya dentro de la disco ambiente vimos y reconocimos a gente que ni si quiera nos podíamos imaginar que eran gays, nos moríamos de risa al darnos cuenta de eso, nos sentamos en una mesa con sillones muy confortables situados alrededor de la pista de baile, desde donde se podían ver todas las personas que bailaban, hombres-mujeres, hombres-hombres y mujeres-mujeres.

Luego de media hora en la disco nos llamó mucho la atención una pareja en especial, una de ellas nos daba la espalda, se veía que era un mujerón, por eso nos llamó la atención, bailaba muy apasionadamente con otra mujer, sin gracia, mal vestida llevaba pantalones sueltos una camiseta que al parecer se los había prestado su hermano, el cabello maltratado, bueno al fin un desastre la chica esta, estaba claro que hacía el papel de hombre y nos dijimos “que envidia”.

Al terminar la música se separaron de su beso que parecía interminable y se dirigieron a su mesa que coincidentemente estaba junto a la nuestra, pero cuando pasaron junto a mi pude ver claramente al mujerón que llevaba unos pantaloncitos muy apretaditos y un escote de infarto y al mirarle a la cara por poco me voy de espaldas al darme con semejante sorpresa de reconocer en ese rostro a mi mujer anónima, mi amor de nombre desconocido, a mi ángel ya te debes imaginar el increíble dolor ante la decepción de tamaño descubrimiento, quede en schok.

Después de unos minutos reaccioné y me dije: “Debe ser porque esta borracha”, “Es muy linda para ser lesbiana”, me dije una vez más ya con unos tragos encima tratando de encontrarle algún sentido a lo que había presenciado y otra vez recordé lo que sucedió unas tardes atrás, ahora sí me dispuse de valor, me acerqué a su mesa, le dije al oído mi nombre y le pregunté que si le gustaría bailar conmigo y me respondió con un balazo en la cien: “Lo siento, no me gustan los chicos…como tu”.

3 comentarios:

Gabii● dijo...

El "Busco Novia" de Renato Cisneros es muy visitado. Ten en cuenta eso.

Anónimo dijo...

Me resulta super entretenido esta historia, me sucedio un caso similar y quede palteadazo también.

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, abrazos.

Anónimo dijo...

mmm y no es de esperar que mal que te halla pasado pero tambien es culpa de ustedes en cierto punto porque nosotras elegimos estar con mujeres porque buscamos compania con toda las letras y empatia;un mundo interior no solo sexo.
pero bueno si el hombre se muestra como vos te mostraste en este texto muchas nos volveriamos bisexuales.
Por que el hombre perdio su encanto,su sensualidad?

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