Fabián es un muchacho de no más de veintitantos años, que lleva una vida entre los sabores y sinsabores del amor, tratando y en el intento de encontrar a la mujer de su vida, en su inexperiencia con las mujeres le toca pasar por muchas aventuras, algunas divertidas, unas trágicas y otras tristes, donde literalmente juegan al ping pong con su corazón. Una divertida novela juvenil, basada en las experiencias de Fabián, que también son las mismas que le suelen suceder a muchos jóvenes de su edad. La mayoría de ellas se encuentran tatuadas en este libro, en la que él nos cuenta su vida con ellas, con las mujeres que perdió por ser un mujeriego. A algunas de ellas, les escribe cartas creyendo poder recuperarlas de alguna forma, las mismas, que por supuesto, no tienen respuesta.

Palabras que matan



Recuerdo que mamá había enfermado y tuvo que ser evacuada de emergencia a una clínica local, yo estaba en la universidad, me avisaron al celular de la noticia y al toque salí del salón con dirección a dicha clínica, no estaba lejos felizmente. Al llegar a la clínica llegué corriendo hasta el mostrador de la recepción y allí se encontraba una recepcionista y le pregunte muy rápidamente por la ubicación de la habitación en la que se encontraba mi mamá y muy amablemente me facilitó la información.
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Después de comprobar que todo andaba estable con la salud de mamá, volví hacia la entrada para tomar un poco de aire y al darme vuelta, la vi nuevamente, a la recepcionista y mirándola bien era muy guapa, a primera impresión me pareció que tenía un gran parecido con Mel Lisboa, la actriz de “La Presencia de Anita”; y me gustó mucho, tuve muchas ganas de acercarme y conversar, pero el temor y la inseguridad me invadían nuevamente, daba vueltas alrededor de la sala cerca del mostrador, la miraba de reojo al pasar cerca de ella.


Ya tenía que volver a la universidad y hasta ahora no la había armado charla, me dije esta es mi oportunidad, es ahora o nunca, mientras me disponía a retirarme en medio camino hice una pausa, gire en dirección a la recepción y de manera poco sutil dije: “Hola, mi nombre es Raúl y el tuyo?”, ella con cara de asombro me miró y me respondió: “Carla” y luego me sonrió, tenía una linda sonrisa que me iluminó la tarde ya casi noche; acto seguido a eso otra torpeza y poco tino para preguntar las cosas producto de mis nerviosismo y poca experiencia en el galanteo, agregué: “¿Tienes enamorado?”, pedazo de imbecil que había sido al soltar semejante pachotada a una chica que recién estoy conociendo, pero ella lejos de molestarse respondió a la estupida pregunta y me dijo muy suavemente que no.

A la mañana siguiente volví a la clínica, y estaba allí, esta vez la salude con una sonrisa al ingresar, durante toda la mañana pasaba y repasaba por su lugar, como un niño dando vueltas alrededor de una mesa llena de dulces, después de varios intentos fallidos aproveche que estaba libre, me atreví a acercarme y conversar con ella, charlamos de todo un poco, hasta que al final la invite a salir en la noche que por casualidad era día sábado.

Ya en la discoteca bailamos y bailamos, era obvio y evidente la atracción que había entre los dos, con la euforia y la excitación de la noche me tome el atrevimiento de decirle al oído que me gustaba mucho, para lo que ella me respondió con un beso muy cerca de mis labios. Después de aquella noche todo fue muy bonito, ya mamá salió de la clínica, yo la llamaba a diario, nos mensajeabamos muy cariñosamente por medio de los celulares, salíamos a pasear por la ciudad, íbamos a las fiestas con sus amigas y mis amigos, todo bien y yo me sentía súper bien con ella disfrutando de la relación y a la vez de la libertad que tenía, le decía varias cosas lindas, dedicatorias de canciones, escribía poemas y todas aquellas cosas que un hombre hacía cuando esta enamorado.

Pero después de un tiempo me dijo para formalizar y decir a todos que éramos enamorados y todo el rollo, yo me asusté porque estaba acostumbrado a estar solo y el hecho de estar atado a alguien era como sentir que me cortaran las alas. Le dije que mejor sería seguir igual, es decir, como amigos muy cariñosos, pero ella se molestó mucho y se puso a llorar diciéndome que se había enamorado de mi y que quería ya algo serio, formalizar, presentarme a su familia como el novio, comprometernos, casarnos y tener hijos, escuchando eso yo me sentí con grilletes en las muñecas y en los tobillos.

Yo también estaba enamorado de Carla pero no pensaba igual, como que en el amor de pareja siempre uno se enamora con más intensidad que el otro, la forma de enamorarse del hombre es muy diferenta al de la mujer, y para graficar mejor esto cito una frase que leí y dice que los hombres somos unos parlanchines de mierda, las mujeres son más auditivas. Nosotros ponemos Play y empezamos a lanzar todo tipo de ofertas y proposiciones sentimentales, en una suerte de acecho retórico. Ellas, más cautas, ponen Rec y graban todo en la memoria de su oído.

Carla posteriormente me torturaba con una gran cantidad de mensajes de texto tanto al celular como a mi correo electrónico y recordándome líneas que le había escrito delante de ella inspirado en el sentimiento que sentía. Luego de un tiempo ante la insistencia de Carla acepte en formalizar la relación, pero solo duró uno meses más, ya que con el tiempo la relación ya se había deteriorado al menos por mi parte.

Muchas veces me pasó esto y hasta ahora mis palabras me sentencian fatalmente al final de cada relación, siempre me enamoraba y decía todas esas cosas porque realmente las sentía en su momento, las palabras solo fluían de mi boca, como una gran onda de versos que recaían muy gustosamente en los oídos de mi chica, con el pasar del tiempo ya no era lo mismo, los sentimientos cambiaron y por más que me esforzaba ya no salían con facilidad aquellas palabras del comienzo, como siempre me quedaba solo, me abandonamban y por ende la protagonista de esta historia, la bella recepcionista de la clínica, Carla también.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchos de nosotros los hombre en el momento de calentura solemos soltar una serie de opalabras bonitas que consientemente no somos capaces de decir, pero al final de todo con la cabeza frianos arrepentimos poruq como tu escribes esas palabras se convierten como grillets y cadenas que nos atan a la mujer y eso nos asusta.

Felicitaciones escribes muy bien

Anónimo dijo...

que hay de las promesas que se deben cumplir, ni que estuvieran borrachos y drogados para que no se acuerden de lo que dicen.

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