
Acto seguido pedimos unas cervezas y algo de comer, luego nos pusimos a conversar por más de una hora acerca de su profesión y la mía, de nuestras familias y de otras cosas, después de toda esa charla, había notado un aire distinto en ella, no era la misma chica con la que estuve años atrás, era ya una mujer, más madura, más vivida, con gran seguridad en su hablar, de pronto no supe de que más conversar y por un momento todo se quedó en silencio entre nosotros, solo se escuchaba la suave melodía ambiental del restaurante y el ruido de los autos en la calle, entonces aproveché en sacar de mi mochila el tortolo que me había regalado aquella tarde simbolizando la promesa de que nuestro amor duraría hasta la eternidad, se lo puse en la mano de la misma manera que ella lo hizo, mirándola plenamente a los ojos, y recordando eso que se dice que ningún hombre logra mentir ni ocultar nada cuando mira a los ojos a una mujer.
“Quisiera hacer algo que no había hecho hace 3 años, en primer lugar disculparme por todo el daño que te causé, tu fuiste maravillosa conmigo y yo me porté como un patán, burlándome de tus sentimientos y me arrepiento de lo ciego que estaba al no darme cuenta de lo importante que yo era para ti y si la vida me diera otra nueva oportunidad te aseguro que no la desperdiciaría” le dije con cara de perro atropellado y cogiéndola por la mano.
“No puede ser, nunca en mi vida había pensado que tu me ibas a decir tal cosa y mucho menos que recordaras tal juramento, ahora las cosas son diferentes, ya todo lo malo que me hiciste quedó enterrado. Sí, es verdad fuiste un tonto, un gran idiota al no preferir quedarte conmigo” decía cogiéndose la cara con una mano y con algo de rencor en sus palabras. “Todos nuestros amigos te lo dijeron pero tu estabas muy ciego, te di mi corazón y finalmente mi amor terminó siendo pisoteado y traicionado tantas veces por ti. Las cosas cambiaron, yo te ame mucho y también sufrí demasiado contigo” agregó mientras soltaba su mano de la mía, con la otra golpeaba el cubierto sobre la mesa y tenía la mirada perdida en la calle.
Yo no quería o no podía creer todo lo que me decía, estaba frente a mi gran amor, actuando de la manera más equivocada, quizá estaba avanzando demasiado rápido, ya había hecho propuestas confusas, ahora me sentía muy inseguro, con los hombros caídos, la mirada hacia el piso y jugando con la servilleta sin saber que contestar a eso, mi autoestima y mi mundo habían dado una vuelta completa en ese instante, empecé a sudar frío, la sensación de alegría con la que había llegado fue invadida por una inmensa confusión. Por absurda que parezca, por fuera de lugar y de tiempo quise manifestarle lo que sentía por ella, aquello que tenía guardado tanto tiempo. La realidad es muy diferente a los cuentos de hadas, hace unos años yo solo era el amigo sapo que se convirtió en su príncipe azul, ahora soy el príncipe que se convirtió en sapo.
Jéssika interrumpió el silencio diciendo: “Ahora somos adultos y responsables, tu rehiciste tu vida a tu manera y yo hice lo mismo, te conozco demasiado, quizá mejor que nadie y por lo mismo ya no podría volver a enamorarme de ti, creo que estas engañado respecto a mis sentimientos, ya no estoy dispuesta a seguir con este amor imposible, hay muchos factores que nos separan, vivimos en ciudades diferentes, haces cosas muy distintas a las que yo hago, todo nos separa, lo único que nos une son los recuerdos de esa historia que tuvimos y no podemos estar atados a eso, discúlpame pero te digo una vez más que estas confundido con mis sentimientos”.
Ya resignado y pensando mejor las cosas, pisando tierra y siendo realista sabía que lo mejor que yo podría hacer era terminar esta historia de la mejor manera, cerrar el libro con un final feliz, con la cabeza en alto y como todo un caballero. Aunque teniendo un conflicto tremendo dentro mío, el corazón me gritaba a voz en cuello que no la dejara ir, que luche por ella, que ella es lo mejor para mi vida, la mujer ideal para convertirse en la mamá de la hija que tanto deseaba, mientras que la lógica me hacía ver la realidad y me hablaba al oido que la empiece a mirar con otros ojos, que eso del amor con ella ya es cosa del pasado y es mejor que permanezca allí…en el pasado, que siga mi camino y ella el suyo ya que tenían destinos distintos.
Después de escoger bien las palabras para contestar lo último dicho por Jéssika acoté “No, no lo estoy, no estoy confundido, yo se que ya no me amas, soy consiente de las cosas que hice mal, entiendo que tu ya tienes avanzada una relación muy solida con alguien más, solo quería que sepas lo especial y lo mucho que me importa tu amistad… Sí, se que tengo que verte como una gran amiga, como lo fuimos antes de ser enamorados” me escuchaba con la mirada baja, jugaba con sus manos sin saber que hacer con ellas y tomándola del mentón para levantarle la mirada hacia mi, añado: “No te pido nada más, quisiera enmendar mis errores, solo pido ser tu amigo, más que un amigo de los muchos que debes tener y que esos recuerdos tan bonitos que vivimos juntos lo guardemos en un cofre mágico e imaginario que esta en nuestros corazones, para que de aquí a unos años lo volvamos a abrir y digamos que vivimos una verdadera historia de amor..tu y yo. Una historia de amor con todos sus ingredientes pasión, dolor, alegría, tristeza, euforia y decepción…” decía estas cosas ya derrotado, yo no me creía todo lo que estaba diciendo y quizá ella tampoco.
Ya se hacía tarde, era hora de despedirme, la comida y las cervezas ya se habían acabado como mis esperanzas. Me esperaba un camino muy largo de vuelta a casa, otra vez el silencio se hacía presente, lo único que hacíamos era mirarnos fijamente a los ojos, yo la observaba porque sabía que no volvería a verla en mucho tiempo o quizá nunca más, aunque por dentro sentía unas ganas inmensas de levantarme y robarle un beso, pero solo quedó ahí, en meros pensamientos fantasiosos.
.
“No te sientas culpable” me dijo. “Yo también te quiero mucho y siempre estoy pendiente de todo lo que haces aunque nunca quise decírtelo, siempre habrá un lazo que nos una y es ese amor que algún día hubo entre nosotros…” concluyó dibujándose una sonrisa en su linda carita. “Para lo que me sirve eso” pensé, eso es solo un premio consuelo.
..

“Bueno me tengo que ir…que tengas un buen viaje y ojalá que nos podamos volver a ver pronto” me despedí con fuerte abrazo y susurrándole al oído “Hasta siempre…Te quiero mucho…Beba”…”Adiós…Babú” me contestó.
.
Aquí termina mi historia con Jéssika, todo el camino de vuelta a casa me sirvió para sacar conclusiones, me di cuenta de que ambos habíamos cambiado mucho, ya no éramos esos adolescentes que simplemente dejábamos abierto el corazón a todo lo que hay por descubrir en la vida, aunque en mi creí que todavía quedaban rezagos de un sentimiento que aún no logro descifrar, mi parte lógica me hizo comprender que lo nuestro ahora es como ella dijo “un amor imposible”, por todo lo que ha pasado en nuestras vidas en todos estos años que nos separamos. Jéssika fue mía, cuando la tuve no la vi, la perdí, la recuperé y al final se me fue para siempre.