El sol calienta más de la cuenta, es uno de los días más calurosos de éste verano, un joven escritor camina por toda la ciudad teniendo bajo el brazo un sobre amarillo conteniendo numerosas copias de su currículo, está en busca de trabajo, un trabajo de verdad, el ser escritor no le da lo suficiente y tiene que poder mantenerse con otra profesión, la de marketero y publicista. Parece no ser un buen día para él. Busca y busca, entra y sale de muchas empresas sin lograr conseguir nada. Llega hasta las puertas de una emisora radial muy escuchada, al ingresar una recepcionista lo atiende:
- Buena tardes señor, ¿en qué le puedo ayudar?
- Vengo por el aviso que salió en el diario, soy especialista en marketing y publicidad.
- Ah si!!! Claro, tome asiento en seguida le aviso a la persona encargada.
- Muchas gracias.
El pobre tipo muy cansado, sudoroso y ya con pocas esperanzas de conseguir trabajo en ése día se pone a observar el lugar. En las paredes se ven fotos de los locutores más representativos de la radio, se detiene en una en especial, una que le llamó la atención a primera vista, le gusta mucho lo que ve, es la imagen de una bella locutora, una chica de unos veintidós años, impresionantes ojos verdes, cabellos claros y piel blanca, “Espero algún día poder conocerla, es una chica muy guapa… ¿estará por aquí?” se dice dentro de sí y mirando a todos lados esperando poder verla en los pasillos. Espera media hora. El aire acondicionado del lugar y el confortable sillón de piel de cuero blanco hace que se quede dormido. Al despertar ve la imagen de la bella locutora delante de él. Se asombra, se para de un salto, se soba los ojos, le parece ver un espejismo en medio de la modorra de la tarde, “debo estar durmiendo” se dijo dentro de sí. Se queda embobado, esta nervioso, tartamudea, suda más de lo normal, la figura es real y le habla:
- Buenas tardes señor, me dijeron que viene por el puesto para el departamento de marketing de la radio. – dice con una voz suave y deliciosa, la más linda melodía que sus oídos escucharon.
- Si, si eeeste… claro señorita yo… por eso mismo vine, perdón, vine por el puesto. – dice él casi sin poder hablar.
- Discúlpeme por la espera, señor. – le sonríe.
- Esta bien la disculpo, pero como es posible que me hayan hecho esperar tanto, esta bien que uno este necesitado de trabajo, peeeeero eso no significa que abusen tampoco. – dice él en voz alta y un tanto alterado en un cambio repentino ante la mirada de sorpresa de la locutora.
¿Alguien le dijo alguna vez que tiene buena voz? – le dice ella en un tono dulce y amistoso, obviando lo dicho por él. - No, nunca… alguna vez hice radio… pero… fue muy breve - Se queda tonto, no esperaba esa reacción, se siente el tonto más grande del mundo, se sonroja y sigue sin poder decir algo coherente.
- Super!!! No se preocupe, quiero hacerle unas pruebas ¿Qué le parece?
- Pero… yo… esteee… no se… yo vine por...
- No, no, no. Ya eso lo vemos después.
Para el escritor, el trabajo fue en lo último que pensó en ese momento, estaba hipnotizado con la encantadora locutora. Ella supo manejar bien la situación y era evidente que el joven escritor también la impacto, conversaron un poco más durante la prueba, intercambiaron miradas. Era obvia la química entre ellos. Al terminar el día él la invita a cenar, ella acepta. En la noche conversaron mucho en un restaurante muy lindo en el centro de la ciudad, encontraron cosas en común y la atracción entre ambos ya se hizo inevitable.
Así conocí a la mujer de mi vida, a mi futura esposa, Daniela. Yo con mi mal carácter y mis grandes dotes de tipo estúpido y soberbio; Ella tan linda y encantadora, diciendo siempre lo correcto, poseedora de la sonrisa más linda, capaz de embarazarme de felicidad. Creo que a la semana siguiente ya estaba enamorado de ella.