
Esa dichosa frase que viene dando vueltas en mi cabeza en estos últimos días me hace recordar a las innumerables entrevistas de trabajo por las que pasé, siempre me decían: “Es usted el hombre ideal para el puesto, el más preparado y con el mejor currículo, pero lamentablemente no lo voy a contratar, vamos a tomar los servicios de otra persona (un incompetente e incapaz) que cobre menos, pero en cuanto haga mal su trabajo lo botamos y lo llamamos a Ud. para que nos ayude”.
A esta amiga llamada Stephanie la conocí cuando trabajaba en una pastelería. Ella detrás del mostrador, muy linda con su uniforme negro y blanco, yo pasaba con mi hijo caminando por la calle, frente al local, y desde ahí la pude ver a través de la vitrina; lucía cabellos castaños, estaba con una cola y un pequeño gorro, maquillada discretamente, pues no necesitaba mucho debido a su carita muy bonita. Como estrategia para conversar con ella lo que hice fue simplemente soltar la mano de mi hijo, que de inmediato hizo lo suyo, es decir fue corriendo hacia el interior de la pastelería con dirección a la vitrina exhibidora de pasteles, cuando en ese preciso instante se le acercó Stephanie, sumamente gentil, bromeó un rato con él y en el momento apropiado me acerqué y la saludé con una sonrisa, intercambiamos palabras y me despedí después de comprarle un dulce a mi niño. Después de aquel encuentro pasaba casi a diario por el lugar, de vez en cuando me atrevía a entrar y aprovechaba para conversar cuando no había muchos clientes y así pasó el tiempo.
Y ahora me pregunto ¿qué hice mal?, me pongo a analizar… la visitaba en su casa, fuimos al cine, nos matábamos de la risa en cada salida, salíamos a comer, pasábamos horas comiendo helados y disfrutando de la conversación. Me digo a partir de que copa de helado nos hicimos amigos, pues no lo sé. Te apuesto que una copa menos estaría en la cama conmigo en este instante, pero creo que soy muy predecible y muy amigo.
Recuerdo que una noche fuimos a caminar por el Parque del Amor, es un lugar a donde van todos los tortolitos enamorados, allí están abrazados y se besan todo el tiempo, yo solo podía atinar a mirar a las otras parejas que lo hacían mientras mandaba mi arsenal de indirectas como “que bonitos se ven esos enamorados, ya quisiera estar yo también así de acaramelado”. Pedazo de imbécil que fui, y ella solo me decía: “que bueno que me trajiste aquí, el sitio es muy hermoso, tiene muy bonita vista del mar y una rica brisa, la noche está maravillosa” y mientras me decía muy dentro de mi cabeza: “Me parece súper que seamos amigos, pero por qué no podemos abrazarnos, besarnos y hacer el amor…como amigos”, una vez más me reafirmo que la amistad entre el hombre y la mujer no existe, tal vez para ellas la amistad sea solo eso: “amistad”, pero para nosotros los hombres no es así, para nosotros significa una esperanza, una luz al final del camino, una cuestión del destino, una noche como ésta frente al mar con la luna brillando sobre nosotros, blah blah blah…ya me puse cursi.
Bueno como te dije al comienzo, una vez el tipo con el que sale la trató mal y pregunto ¿quién estaba ahí detrás de ella como el pañuelo que seca sus lágrimas?. Sí, adivinaste, pues yo, estuvieron a punto de terminar y ahí es que aproveché para atacar con la técnica del amigo consolador “No, ya no llores, ese tipo es un estúpido, te mereces alguien mejor, alguien que te comprenda, que este ahí cuando lo necesitas…” pero me decía dentro mío: “que sea blanquito, de cabello oscuro, ojos negros, labios bonitos, que no tenga mucha pinta y que se llame Fabián, como yo”.
Una noche hubo una reunión en su casa, pues yo, el buen amigo, me quedé hasta el final para ayudarla a limpiar, al final de la limpieza ella me dijo: “ya es muy tarde para que vuelvas a casa” y yo respondí: “y yo donde me voy a quedar a dormir”, a lo que ella agregó: “puesss en mi cama conmigo”, “yessss!!!. Se me hizo. Esta es mi noche, hasta que por fin cayo en mis encantos, no se pudo resistir más” me dije muy suavemente con gran alegría. En la habitación tal era la confianza que me tenía que no tuvo enfado ni pudor de cambiarse la ropa delante de mi y yo también hice lo mismo, pero yo con un poco de vergüenza porque mi compañero ya se había despertado y estaba listo para la acción, se me notaba mucho a través de mis calzoncillos para lo que me metí de inmediato a la cama para no demostrar mi ansiedad. Ella se recostó en la cama y

A la mañana siguiente desperté y ella ya estaba por salir, me dijo que iba hacerlo con su novio, el mismo por el que lloraba la otra vez, para colmo se rió al verme la cara de trasnochado que tenía diciéndome: “Oye mira la cara que tienes, parece que no dormiste ayer” a lo que agregó “Eres una linda persona y ¿sabes algo? Te quiero muchísimo porque eres mi mejor amigo”, exactamente así me quiere, solo como su “mejor amigo”.
Pues esta es la historia con Stephanie, yo con ella y ella con su novio. Hay algo que yo siempre digo sobre la vida y el amor, la vida es como el Messenger, unas personas salen y otras entran, las clasificas según el grado de afinidad que tienes con ellas -quizá yo estaba en la sección de solo amigos- si te molestas simplemente las bloqueas y cuando ya se te pasa la bronca procedes a desbloquearlas, con unas conversas más, te enamoras, de desenamoras y te vuelves a enamorar, el Internet es como un mundo paralelo al real, es una simple analogía a la vida real.
Como dato anecdótico otra cosa muy curiosa me volvió a pasar ayer, en el parque mientras jugaba con mi niño por casualidad pasaba una linda chica, un poquito gruesita como a mi me gustan. Estaba yo un poco distante de mi pequeño, observando sus movimientos, cuando la guapa mujer se le acercó se puso a jugar con él. Me acerqué en el momento apropiado y la sonreí para saludarla, conocí un ángel, “ahí vamos de nuevo” todavía no aprendo la lección, pero esta ya será otra historia, solo espero que ésta no tenga novio.